Tuesday, June 10, 2014

Mi extraño y venezolano cerebro





Se sabe que en términos generales el cerebro humano está dividido en dos partes iguales llamadas hemisferios: uno derecho y otro izquierdo. Según la neurología siempre habrá uno que domine sobre el otro. Por alguna azarosa circunstancia anatómica, las fibras nerviosas que salen de lado y lado se cruzan y al final el lado derecho del cerebro controla al lado izquierdo del cuerpo y viceversa. Algo caprichoso, pero es así.

Entonces, dependiendo de si eres es más hábil con determinado lado del cerebro, serás diestro o zurdo. Hasta ahí vamos bien. Pero tengo un problema. En mi caso, hay cosas que puedo hacer con la mano derecha (como escribir con lápiz o bolígrafo, cepillarme los dientes o usar un tenedor) y no puedo hacerlas con la izquierda; así como hay otras que hago con la izquierda y no puedo hacerlas con la derecha (como cortar con tijeras, abrir la cerradura de las puertas o atrapar una pelota de béisbol). También hay otras, como pintar, que puedo hacerlas con ambas manos.



Por todo esto, he llegado a la conclusión de que tengo un cerebro extraño y profundamente venezolano -lo que de por sí ya indica que no es normal- que vive debatiéndose entre la derecha y la izquierda. Hasta donde sé, lo semi-zurdo me viene de mi abuelo paterno, quien sí fue 100 % zurdo y literalmente llevó su vida “con mano izquierda” en los 90 años que vivió.

La cuestión no ha sido fácil, recuerdo que de niño mi mamá se desesperaba porque aunque tomaba el lápiz y escribía con la derecha, cortaba con tijeras con la izquierda. Me decía: “¡Mijito yo no sé cómo cortas con esa mano zurda, pareces un babieco así!”. Pero al final, aceptó que nací para escribir felizmente con la derecha y usar las tijeras -también felizmente- con la izquierda.




Así ha sido con muchas cosas, incluso en la forma de proceder y con las amistades. Tengo amigos en lo que eufémicamente llaman “la derecha” venezolana (a la cual indudablemente pertenezco), pero también tengo grandes amigos en la izquierda; confesos y declarados comunistas, según dicen. Ellos entre sí, no se tratan en la mayoría de los casos. ¿Cómo puedo ser amigo de ambos?, no sé, quizás se lo deba a este extraño y venezolano cerebro.




Esa mezcla neural entre izquierda y derecha, creo que me ha ayudado a entender al país y a mis amistades con sus defectos y virtudes. Por ejemplo, en términos generales mis amigos de la izquierda: Están ligados a la cultura, son creativos, solidarios como ellos solos, bromistas, a veces felices y otras melancólicos; pero también en muchos casos son flojos, irresponsables, impuntuales, soñadores y poco o nada disciplinados.






Por su parte, mis amigos de lo que más se acerca a la derecha, (porque estoy convencido que en Venezuela no existe derecha desde la época perezjimenista) son en su mayoría altamente disciplinados, responsables, puntuales, estudiosos, solidarios en los casos extremos, pragmáticos, organizados y felices a su manera; pudiendo llegar a ser engreídos, en ocasiones bastante impersonales, algo neuróticos y aburridos en varios casos.



Cabe destacar que lo anterior es una simple descripción. No estoy juzgando, ni tengo porqué hacerlo, pues no soy nadie para decir que las características de cada uno de los casos anteriores sean positivas o negativas; eso depende de la apreciación personal de cada cual. Lo que sí puedo decir, es que he aprendido a aceptarlos a todos como son, esté de acuerdo con ellos en mucho, poco o nada.

Pero, ¿a qué viene todo esto?... Aunque la física cuántica afirma que todo es relativo, en este instante hay tres cuestiones de las que estoy total y absolutamente seguro, sin la menor duda posible y esas verdades son: Primero: Dios existe. Segundo: Como todo ser humano algún día, no sé cuando, voy a pasar al Oriente Eterno (osea, voy a morir) y tercero: Este Gobierno, va a caer... y pronto... ¿dentro de cuántos meses?, no sé, pero se está desmoronando solo...



Pensando en el país, además de sufrir como cualquier ciudadano común por conseguir harina pan o papel para limpiarme el culo, también pienso en lo que pasará después... quien ha leído algo de historia de Venezuela, sabe que vivimos repitiendo las mismas metidas de pata de cincuenta en cincuenta años más o menos y que esto va a terminar en una asonada militar (con o sin estallido social), una junta de Gobierno de transición o algo parecido y elecciones en las que ganará la opción que represente lo más radicalmente opuesto al gobierno actual. Para unos (entre quienes me incluyo) ese personaje está actualmente en Ramo Verde, para otros, en el estado Lara.

Pero cuando eso suceda, pasará también lo que siempre ha pasado, se desatarán las pasiones, los odios condensados y muchos de esos amigos que tengo en uno u otro bando empezarán a pasarse factura y a intentar destruirse entre sí. Esto puede predecirse fácilmente sin tener bola de cristal alguna, y si estamos conscientes de ello, quizás podamos frenar un poco las pasiones y disminuir aunque sea mínimamente los terribles dolores del parto social que se avecina.




Alguien dijo que cuando uno va ascendiendo debe fijarse muy bien en los rostros de quienes están en cada escalón, pues son los mismos que veremos cuando vengamos de bajada; ninguna moraleja más venezolana que esa.




La historia lo ha plasmado así y ojalá lo entendieran tanto los que están arriba y van a bajar, como aquellos que están abajo y van a subir; sobre todo, porque la mayoría del pueblo venezolano siempre estará en el medio, sintiendo en carne propia las consecuencias de las decisiones de quienes suben o bajan la empinada escalera del poder en nuestro ambidiestro país.

Luis Aular Leal

Junio, 2014