Monday, November 06, 2006

EL MARTILLO


Consta de un mango y un extremo macizo que sirve para golpear, frecuentemente tiene dientes; es utilizado en la carpintería, mecánica, muchas otras profesiones y fue inventado por el hombre hace miles y miles de años. Pero en Venezuela, tiene (además de ese) otro significado; consiste en el arte de solicitar ayuda, favores inconvenientes, conseguir beneficios arbitrarios y hasta robar al semejante, sin que éste pueda hacer nada por evitarlo.


El oficio de “Martillar”, no es para todo el mundo… yo diría que su correcta ejecución requiere años de práctica y en Venezuela, tenemos el record de Magisters, Doctores y Suma Cum Laudes en la materia. Existen dos tipos de martillo: El Martillo por Parentesco o Amistad; donde entran todos los miembros de su familia y amigos cercanos, que de una manera muy cordial le solicitan “prestamos” de dinero, viven pidiendo favores o usan alguna pertenencia suya; cámara fotográfica, computador, carro, ropa, relojes, etc.


…A usted que ha sido víctima de alguno de éstos individuos, le tengo dos noticias: La Mala; ¡No puede decirles que No!, pues estamos hablando de sus familiares o amigos, y si se le ocurre negarles el favor, usted pasará a ser automáticamente un ser despreciable, malagente, un tirano...
"El que le pega a su familia..."
...el peor de los malucos; por eso, ¡hágales el favor!, en circunstancias como ésta, no hay alternativa. No obstante, La Noticia Buena; es que usted también es familia o amigo de ese personaje y en su oportunidad, podrá martillarlo de la misma manera o con mayor intensidad. El Martillo por Parentesco o Amistad, es en general inofensivo, fastidioso… pero inofensivo; no puede decirse lo mismo del Martillo Profesional (también llamado “Matraca”).

Éste último, como se imaginará, lo realiza solo personal calificado, vale decir; policías, guardias, “malandros amigos”, fiscales de tránsito, personal de alcaldías, gobernaciones, seguro social, registros civiles, etc. Todos éstos personajes, tiene la facultad de crear una situación en la que usted, o se “baja de la mula” con ellos, o sale perdiendo.


Naturalmente, ante tal situación, está la valiente, admirable y heroica opción de alzarse; de darle “un parao” al policía, malandro o funcionario martillante y decirle: “¡No te voy a dar nada, pues no tengo porqué hacerlo!”…

Lamentablemente, en el caso del los funcionarios, se cubren entre sí; si los denuncias, ese expediente descansará por la eternidad en una cómoda gaveta y si peleas con el tipo, lo más seguro es que termines preso, multado o “castigado”… Si quien martilla es un malandro, éste condecorará tu coraje con senda medalla de plomo.


Por eso, en la inmensa mayoría de los casos, la Operación Martillo da resultado y esas lacras se salen con la suya. El asunto, es que en Venezuela no hay conciencia ciudadana; pues si alguien reclama, nadie lo apoya, se queda solo, por cortesía de una sociedad corrupta e incapaz, que nos garantiza la eterna permanencia en el subdesarrollo.


La autoridad, que debe dar y ser el ejemplo, está altamente contaminada de vicios y los ciudadanos, parecen haberse acostumbrado a ello; nada más lejos de la visión, del ideal de país que soñaron Miranda o Bolívar; nombres que por cierto, hay que respetar y no deben ser utilizados a la ligera, para ponérselos a cualquier pendejada.

Venezuela será un país de verdad, cuando sus habitantes dejen de ser una masa mentalmente homogénea y manipulable, y pasemos a ser auténticos ciudadanos; individuos con criterio propio, practicantes y custodios de nuestros derechos y deberes.

RÉPLICA:

En relación a la columna anterior, publiqué una lista parcial de quienes firmaron un acta (moralmente ilegítima por razones ya expuestas) para cambiarle el nombre al Ateneo de Punto Fijo; me comentó el Sr. Vicente Hernández (a quien incluí en dicha lista), que él no había firmado nada para rebautizar la mencionada institución.

Yo le respondí que tenía entendido lo contrario, por su parte; él me replicó que recuerda haber firmado un documento “pero no para tales fines” pues siempre estuvo en desacuerdo con ese cambio de nombre. Con mucha alegría escribo ésta réplica, que representa “un cómplice menos” y queda reivindicada definitivamente, la digna posición que siempre ha caracterizado al Director del Teatro Espejos, ejemplo a seguir.



Luis Aular Leal