Wednesday, January 20, 2010

POR UNA TORPEZA

A veces “por una palabra” como dice la gaita, por una acción u omisión, pueden desencadenarse tales consecuencias, que acaban con todo lo construido a través de años… el 24 de diciembre pasado, como para que nadie lo olvidara, falleció el expresidente de la República, Dr. Rafael Caldera; un personaje que dedicó toda su vida a la política, funcionario público desde el gobierno de Medina Angarita y seis veces candidato presidencial.



Caldera, siendo abogado, sociólogo, politólogo y catedrático; hablando cinco idiomas y proveniente de una familia “de bien” como diría cualquier miembro del Opus Dei; representaba el perfil del político ideal. Un tipo pues, fabricado para ser Presidente… solo que al venezolano común, todas esas cualidades le importaban poco o nada y se identificaba más bien, con figuras de autoridad que apelaran a la fuerza, a lo emotivo, la sed de justicia y resentimiento social (igual que ahora) para ganarse la voluntad popular.



Por eso el éxito de personajes como Betancourt y Carlos Andrés Pérez, que hicieron de Acción Democrática, el partido de las grandes mayorías; un fenómeno solo comparable con el Chavismo en sus mejores tiempos. Pero en 1966, al cuarto intento, fue cuando Caldera gana la presidencia por primera vez, tras una división AD y por la mínima diferencia de 30.000 votos…

¿Ven qué difícil le es triunfar a un intelectual en este país?... A personajes como Caldera, el venezolano los suele ver como en una vitrina, estilizados, inmaculados, “boniticos”, pero aparentemente aislados de la realidad cotidiana y eso, ¡Nunca ha dado votos!.

Siempre se comentó acerca del odio visceral de Caldera hacia Carlos Andrés Pérez, personaje que sin siquiera ser bachiller, mucho menos catedrático, estando muy lejos de ser políglota e incluso, con dudas acerca de su nacionalidad venezolana (algunos aún creen que no nació en Rubio, sino en Colombia), hacía vibrar a las masas; movía sentimientos y emociones; lloraban, gritaban por él, lo identificaban con la gente común y hasta cantaban aquella vaina de: “Ese hombre si camina, va de frente y da la cara, ¡Carlos Andrés!”.

Pero así es el venezolano. Por su parte, Caldera, aunque no contaba con esas cualidades proselitistas, pudo lograr en el gobierno de Medina, reformas a favor de los trabajadores y contribuyó a crear la estabilidad política que se mantuvo por 40 años en Venezuela. Los analistas y politólogos, califican a su primer gobierno como “el de la paz social”; ya que legalizó el PCV y el MIR y aparentemente disminuyó la represión contra la guerrilla venezolana. Aún así, resulta paradójico que siendo un intelectual, llegase a allanar la UCV por motivos políticos.

Sin embargo, a pesar de los errores y de lo terrible que fue su segundo mandato, no se puede negar que Rafael Caldera, contribuyó a construir el sistema político venezolano del siglo XX, pero hoy, cuando fallece a los 93 años, para muchos, su existencia ser reduce a una acción: “Ese viejo fue el que soltó al loco de Chávez”, “Ojalá hubiera vivido 20 años más para que sufriera esto” y cosas así, fueron los cometarios que se oyeron y escribieron tras su muerte.


Obviamente Rafael Caldera tiene su responsabilidad, pues es cierto, indultó a Chávez; pero no fueron tailandeses, polacos, ni mexicanos los que votaron por éste último, ¡Fueron venezolanos!… es decir que la responsabilidad es compartida. En sus últimos días, Caldera escribió una carta a Venezuela, con el título “Despedida”, donde pedía perdón al país, por los errores cometidos y por el daño causado a la nación de manera directa e indirecta por sus acciones.


Éste hombre, dos veces Presidente de Venezuela, por una torpeza empañó quien sabe por cuánto tiempo, lo que será su recuerdo en nuestra historia. Aquel, que esperó honores, ovaciones y homenajes al momento de su muerte, generó más bien desprecio e indiferencia; es algo realmente triste y deja la lección de que “por una torpeza”, se puede destruir por lo que tanto se ha luchado durante años, en éste caso, prestigio y un lugar en la historia. Paz a su alma y quedará en manos de Dios perdonar sus culpas; por su parte el pueblo venezolano, ya emitió su veredicto.

Luis Aular Leal.