“Voy
pa` que el compadre Rubén”, decía mi abuelo; porque además de primos, eran
compadres… Rubén Villavicencio, nació y pasó su juventud en San Luis de
Cariagua; en las alturas de la Sierra, también llamada “de San Luis” -aunque me
cuesta creer que alguien llamado Luis haya sido “Santo”-… Lo especial de Rubén,
era su irreverencia y una suerte de divertida “maldad infantil” que siempre
conservó, incluso después de adulto; cualidad que no pocas veces, fue
herramienta efectiva para hacer justicia, tal cual les voy a contar…
…Quizás
en la tercera década del siglo XX, surgió la noticia de que un jinete
desconocido, cabalgaba en las frías y oscuras noches de San Luis, para irrumpir
en la tranquilidad de algún hogar y secuestrar a una mujer… los habitantes del
pueblo, en zozobra, hacían toda clase de especulaciones; ¿Es un espanto?... ¿Es
un ánima?... ¿Es el diablo?... por lo que asustados, se acostaban más temprano
y trancaban las puertas con toda la seguridad posible (incluyendo una cruz de
palma bendita) para resguardarse endemoniado jinete…
…Sin
embargo, Rubén ni tuvo miedo, ni creyó en los malignos poderes del libidinoso
espanto… muy por el contrario, decidió quedarse una noche sin dormir; y salió a
esconderse detrás de unas matas, desde donde se podía ver la plaza, para
esperar que el fulano jinete se “apareciera”… y apareció… con un gran sombrero y
una especie de capa oscura… llegó solo, y en un instante, se regresaba en
dirección contraria, acompañado por una mujer; que después de todo, no parecía muy "secuestrada”.
Rubén
siguió la pista del jinete como pudo, hasta una casa abandonada a las afueras
del pueblo… tras asomarse sigilosamente en la casucha, descubrió (no tan
sorprendido) la identidad del jinete y su acompañante. Con el mismo silencio
que entró, se fue, sin comentar a nadie lo ocurrido… Al llegar a su casa, no
dejaba de pensar en lo que había visto, y sobre todo; en lo que iba a hacer…
Amaneció
el domingo y como de costumbre, todo el pueblo iba a misa; pero ese día, Rubén no
fue… Sus familiares, algo sorprendidos, dijeron que lo habían visto salir desde
temprano y que les extrañaba que no estuviera en la iglesia... Continuó la misa
y en el sermón, el Padre hizo una enérgica referencia a los “vagabundos que se
la pasan por ahí y no vienen los domingos a cumplir con el Señor”…
Al momento del ofertorio, el cura se dirigió al altar, donde inesperadamente emitió un agudo grito de dolor; ¡Un alarido que estremeció al templo!… Rubén se había escondido debajo del altar y con todas sus fuerzas le echó un jalón por los testículos al cura... “¡Te vas a ir al infierno desgraciao; te vas a ir al infierno por pecador!", gritaba el enardecido Sacerdote, a la vista de los desconcertados feligreses...
...mientras tanto, Rubén quien reía a grandes carcajadas le replicó: “¡Ja, ja, ja, ja, ja!... ¡Al infierno te vas a ir tu por vagabundo!", - y les
dijo a los feligreses: “El jinete que sale de noche y que ustedes cuerda e`pendejos creen que es un espanto, ¡Es éste vagabundo que tiene una mujer! ¡Y ustedes rezándole como unos bolsas!... ¡Por eso vine aquí, a jalarlo por las taparas en
plena misa; y desenmascararlo delante todos!”

...Por algunos minutos, hubo un silencio sepulcral…
...Por algunas horas, la gente no salió de sus casas...
...Por algunos días, no hubo misa…
...y por algunas semanas, tampoco hubo cura…
...Luego, llegaría un nuevo sacerdote, el Padre Rivero y con él, la tranquilidad a la Iglesia de San Luis…
…Rubén se vino a Punto Fijo y aquí siguió haciendo de las suyas… o más bien, haciendo justicia a su manera.